Un cuento de
Tavo de Armas
con ilustraciones
de José Avilés
Introducción para padres y educadores
En medio de un mundo en constante convulsión, una reflexión serena me permite
llegar a una conclusión esperanzadora sobre el futuro: si existe un mañana
mejor, éste lleva el nombre de la gente pequeña; quienes debieran ser
receptores de lo mejor de cada uno de nosotros. Sus logros dependerán -en gran
medida- del esfuerzo y la habilidad de los padres, a la hora de poner a su
alcance una cultura hogareña que propicie mentes sanas y espíritus libres. En
fin, todo aquello que no abunda en nuestra actual y sofisticada realidad
adulta.
Precisamente, tras el análisis de las circunstancias sociales que nos
rodean y condicionan, se exige una profunda y madura reestructuración de las
prioridades y los objetivos. Entiendo que estos cambios deben llegar como fruto
del consenso entre los responsables de la célula familiar (como quiera que esté
compuesta), reevaluando los propósitos comunes y dando preferencia a los
valores éticos y espirituales; a sabiendas de que hacerlo exigirá un cambio de
coordenadas respecto de la concepción que hemos tenido del mundo material y
nuestra relación con él.
La libre elección que supone renunciar a los convencionalismos
sociales, no es una receta que pueda ser desarrollada en terceros si antes no
se ha experimentado en uno mismo. Precisamente ahí reside la consistencia de
cualquier proyecto con aspiraciones de progreso: el propósito, el esquema
trazado, ha de personificarse en quienes pretenden tranferirlo a otros; máxime
si esos otros son gente pequeña.
Ese matiz es el que diferencia al educador educado del predicador que
vende una propaganda que no lo ha impregnado previamente. Dicho en siete
palabras: nada hay más pedagógico que el ejemplo.
Sirva esta oportunidad para reivindicar que se puede aprender mucho en
medio de las tareas cotidianas; y se puede aprender mucho acercándonos al mundo
infantil, jugando tirados por el suelo. Claro que sí. La escuela está
superpuesta al hogar; sólo se precisa extraerla y vivirla. Como adultos,
debemos ser alumnos dispuestos a captar el vibrante mensaje de vida que nos
aporta un niño. Esa es la esencia de todo sendero espiritual que nada tiene que
ver con lo humanamente instituido.
Este material va dedicado a quienes, saturados de la incultura
reinante, y preocupados por construir un hogar sano, se ocupan en la discreta y
paciente tarea de hallar el equilibrio y la felicidad a través del
conocimiento.
Un conocimiento –ausente de cualquier tono grandilocuente- que sea práctico,
y lo suficientemente fértil como para regenerar intelectual y emocionalmente a
todos los miembros de la familia; un saber sobradamente competente como para
educar sin tabúes ni carencias.
Dicho conocimiento se adapta al universo infantil a través de un
cuento. Siempre fue así. Los cuentos se crean para transmitir valores y para
describir las realidades del mundo, advirtiendo a los pequeños de los riesgos
de creer ciegamente en las apariencias. El niño, desbordado de una imaginación
que todavía no ha sido domada por los años, asimila como propio el rol del protagonista.
Y asume como suyos los desafíos que la narración le ofrece, hasta culminarlos.
De ese modo, el relato fantástico trasciende el mero entretenimiento.
Y se convierte en una enriquecedora herramienta, que complementa la acción
pedagógica que los padres desarrollan durante el resto del tiempo.
A su vez, el cuento reclama su lugar más allá del ámbito infantil,
tocando a la puerta de aquellos adultos abiertos al aprendizaje. Porque, en
definitiva -sea parábola, fábula, o cuento-, aquello que nos recuerda que los
paradigmas racionales aprisionan al espíritu, no es algo que deba reservarse
exclusivamente a los oídos infantiles, sino que es patrimonio de todas las
edades.
Tavo de Armas
Si deseas adquirir tu ejemplar de Gautama y el Dragón, pica AQUÍ
Colorea con Gautama y el Dragón
Blog del ilustrador José avilés
Entrevista a Tavo de Armas (Luhu Editorial)
No hay comentarios:
Publicar un comentario