viernes, 8 de junio de 2018

Obertura para leyenda islandesa

El Sol de Medianoche con Matuschek & Compañía, representando la leyenda islandesa "Me reiría si no estuviese muerto". Lugar: Sala Alegranza del Auditorio Alfredo Kraus. Cuándo: Esta noche de San Juan, 23 de junio de 2017.



ME REIRÍA, SI NO ESTUVIESE MUERTO
(traducida y adaptada por Tavo de Armas)

Como es bien sabido, Islandia es tierra de grandes lectores. Esta noche vamos a conocer una hermosa leyenda…
Érase una vez dos mujeres muy amigas que tenían por maridos a dos hombres que también eran buenos amigos. Cierto día, una de las mujeres le dijo a la otra: Escucha bien: Ambas sabemos que nuestros maridos son realmente fuertes, como el toro que protege el suroeste de la isla. No ignoramos que son los más generosos y honestos maridos que pudiéramos desear, tan nobles como el águila que protege el noroeste de Islandia. Y desde luego que son valientes como el mismísimo dragón que protege el noreste, pero -la verdad sea dicha- no son inteligentes como el gigante de piedra. Hagámosles una broma que nos haga reír a los cuatro.
Y así fue como las dos amigas acordaron echarse unas risas a costa de sus maridos. No porque Islandia no tenga grandes hombres que han demostrado ser muy inteligentes, como Torfin Karlsefni, que llegó a las costas de Norteamérica hace mil años, sino que estos dos, aparentemente, no lo eran demasiado.
De este modo, la primera de las mujeres, que era tejedora, le dijo a su marido que había conseguido un tejido tan maravilloso que cuando le hiciera un traje con él todo el pueblo admiraría su apariencia. En realidad, ese tejido no existía, y la señora se dedicó hora tras hora, día tras día, a sentarse ante un telar vacío en el que no estaba confeccionando nada.
En cuanto al otro matrimonio: una mañana, cuando el varón se levantó para ir a trabajar a la herrería, su mujer lo miró con sorpresa y le dijo: ¿A dónde crees que vas? ¿No te das cuenta que estás muerto desde anoche? Sorprendido y no queriendo llevar la contraria a su esposa, el pobre hombre se metió en la cama de nuevo. Tranquilo, que esta tarde ya te enterramos.
Y así fue como el pobre herrero fue llevado en un ataúd por su mujer y vecinos hasta el cementerio. Allí también hizo aparición su amigo, que se vistió con el invisible traje realizado por su esposa. Los vecinos lo vieron aparecer y murmuraban sorprendidos, lo que llamó la atención del falso difunto, que sacando la cabeza del ataúd lo miró y dijo muy serio: Me reiría si no estuviese muerto. Entre expresiones de sorpresa y risas, las dos mujeres contaron a sus maridos que todo había sido una broma.

Lo que ellas desconocían es que sus maridos, que eran más listos de lo que parecían ser, desde el primer momento sabían lo que sus mujeres tenían entre manos, y se habían dejado engañar a propósito. ¿Por qué? Por amor. Miren cómo amaban a sus esposas desde la juventud. Finalmente, todos rieron y volvieron a la normalidad, porque donde hay amor no hay ofensa.
















No hay comentarios:

Publicar un comentario