Comidas
Navideñas
Un repaso gastronómico
a ese cuento navideño de fantasmas,
nacido de la magistral pluma
de Charles Dickens,
recitado por Tavo de Armas,
llamado
En la fiesta de Fezziwig:
Hubo más bailes, juegos de
prendas, y más bailes. Y, entremedias, tartas de manzana, merengues con
castañas glaseadas, olorosos pasteles de carne picada y especiada, ponches para
todos los gustos (el de huevo recibió más elogios que ningún otro), espumosas
cervezas, aromáticas piezas de carne horneada cuya guarnición estaba para
chuparse los dedos, y frutas escarchadas que hicieron
las delicias de los más golosos...
El Espíritu de la Navidad Presente:
Haciendo acopio de una audacia que jamás había atesorado, Scrooge se
incorporó y se calzó las zapatillas, andando sigiloso hacia la puerta. En el
mismo instante en que su convulsa mano se posó sobre la cerradura, una voz
grave y colmada de majestad lo llamó por su nombre y le ordenó entrar, a lo que
él obedeció sin rechistar. Indiscutiblemente, aquel era su salón, pero había
sufrido una notable transformación. Donde antes había telarañas, abandono y
vacío, la vegetación propia de un bosquecillo de yedra se había apropiado de
techos y paredes, molduras y lámparas. Frescas y satinadas hojas de acebo
acompañan al resplandeciente muérdago bruñido; éste, salpicado de diminutos racimos
de rojas bayas, refleja las chispeantes llamas del generoso y dorado fuego que
alimenta el hogar, rugiente como nunca lo había estado en los inviernos
pasados...
Por el suelo, en armónico desorden, se amontonan en forma de trono los
manjares más apetitosos que, gozando de buen paladar, puedas desear: bandejas
con pavos, ocas, lechones y salchichas, fragantes pasteles de carne y pudines de
ciruela. Aquí y allá, doradas fuentes repletas de castañas asadas, peras y uvas,
roscones de Reyes, tartas de galleta y café, así como enormes poncheras que
bañaron toda la estancia con sus seductores aromas...
La vista de Scrooge se
recreó en semejantes delicias, advirtiendo que sobre ellas, cómodamente sentado
en un magnífico trono de brillante madera, se hallaba un jubiloso y barbado
gigante de magnífico porte. Su cabeza, colmada de extensos rizos castaños que
caían en libertad, estaba adornada por una corona de acebo y carámbanos.
En las calles:
Afuera reina el tumulto típico de las fiestas, donde los peatones se
arremolinan con sus cestas de mimbre allá donde hay un frutero ofreciendo su
mejor género, cautivadoramente apilado en pirámides...
Jugosas peras, carnosos
higos, rubios limones, ciruelas francesas, naranjas azafranadas y apetitosas
manzanas rubíes; sin olvidar gloriosos cestos de nueces, avellanas, blancas almendras
y castañas. Abultados racimos de uvas, negras y blancas, cuelgan como
suculentos carámbanos junto a los escaparates cuidadosamente emperifollados
para las fiestas...
Regordetas cebollas españolas, de moreno rostro y gruesa
cintura monacal, junto a la pila de la nuez moscada y los ramilletes de laurel
y tomillo. Cada fruto de la tierra expuesto con mimo, emanando su
característico y arrebatador perfume, rivalizando con el más próximo, aunque
las ramas de canela se lleven la palma...
Las tiendas de comestibles se resisten a echar el cierre. Los esmerados
dependientes se ciñeron sus delantales al despuntar el día, y aún se apuran en
complacer a las buenas gentes y a las menos buenas, a las impacientes y a las
maleducadas. Las sonrosadas y curiosas narices de los viandantes merodean las
vitrinas, tratando de llevarse consigo un poco de sus nutritivas viandas. Los
platillos de las balanzas danzan con las pesas, zapateando el mostrador de
madera cargados de pescados dorados y plateados. Los diversos quesos se dividen
en generosas cuñas mientras las pasas, ámbar y negras, ascienden en montañosa
multitud (que algún niño picotea) hasta ponerse a la misma altura que la
fragante cordillera del té, el café y las frutas escarchadas. Y el cortés
tendero y sus diligentes empleados, con un humor envidiable, hacen puros
malabares con los botes de conservas, botellas de vino y licor, que despachan a
sus fieles y apresurados parroquianos.
https://lapiedradesisifo.com/2019/12/25/la-oscura-verdad-detras-de-las-navidades-dickensianas/
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