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domingo, 31 de diciembre de 2017
2018, AÑO UNIVERSAL DEL CUENTO
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jueves, 21 de diciembre de 2017
Nuestros mejores deseos para 2018
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viernes, 17 de noviembre de 2017
El último aliento de Cora James (II)
Las viejas mansiones en la
desembocadura del río Connecticut, en el estrecho de Long Island, se conocen de
toda la vida. La propiedad de Cora James linda con la de las supuestas vecinas lesbianas. Así es como ella las
nombra. A su juicio, la que fuera una prometedora y soleada mañana primaveral, inevitablemente, se había convertido en una amargura, por culpa de una
de las vecinas lesbianas; Margue Peabody, para ser exactos.
-Margue, no le permito que
se inmiscuya en mis asuntos. Tenga usted un buen día –dijo, como hachazo
certero, Cora James al despedirse de su vecina en la linde que separa sus
propiedades. Ya de espaldas, a paso rápido, el pequeño y ágil cuerpo de aquella
octogenaria mujer, marcha hacia el porche de la casa. Va despachando maldiciones a diestra y siniestra, mientras zarandea el ramillete de flores frescas que lleva entre las manos.
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domingo, 12 de noviembre de 2017
El último aliento de Cora James (I)
Nando y Helen se conocieron
hace muchos años. Comenzaron a salir juntos en la escuela, cuando las hombreras
hacían furor. Y siguieron caminos distintos en ciudades diferentes, cuando a gente
de todo el planeta le dio por moverse al ritmo de una sola canción,
dicharachera y bailona.
No fue una despedida triste.
Ambos, uno en Canarias, la otra en Madrid, volvieron a comprometerse con sendas
parejas. Y les fue muy bien. Y el mundo siguió girando; y con él, el recuerdo,
el bonito recuerdo, del tiempo que habían compartido. Desde entonces, fueron,
el uno para la otra y viceversa, la persona cuya opinión tienes en consideración;
el teléfono rojo de la esperanza; con
quien echar sapos por la boca sin más consecuencias. Todo eso, y más, durante
seis años sin verse las caras.
Pero la vida, que -de tiempo
en tiempo- se comporta como una caprichosa diva, los volvió a unir. Los chicos
no lo pretendían, pero sucedió. Es cosa
del destino, dijo la abuela Trini. Parece
una película de Meg Ryan, añadió la hermana tonta de Helen.
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